Siempre leí con dudosa sospecha que los chilenos somos incapaces de leer bien o el simple hecho de seguir instrucciones, pero de un tiempo a esta parte puedo asegurar que eso es cierto.
Hace más o menos cuatro meses trabajo en modalidad part-time en un supermercado y es increíble las veces que a uno le preguntan el precio de un producto, estando señalado de manera clara abajo de este. La semana pasada sin ir más lejos me di el trabajo de enumerar cuantas veces me consultaban el precio y fue la despreciable suma de 27 veces. Como el cliente siempre tiene la razón, o sea es infalible y envidiable para los que trabajamos, pongo mi mejor sonrisa cuando sucede esto:
-Perdone, ¿Qué precio tiene este producto?
Pongo mi mejor cara, veo que producto es, salgo de lo que hago en ese momento, me dirijo donde está ese producto, me agacho para rectificar que esté el precio y con la voz mas amable que mi garganta conoce digo:
-El Diente de dragón sale mil trescientos noventa pesos.
-Ahhh disculpe, no me había dado cuenta que estaba ahí, gracias.
Y sin darme tiempo para un “no hay de que”, “para eso estamos” o “no se preocupe, es nuestro trabajo” se va, así sin más.
Otra cosa es cuando preguntan sobre un producto, por lo general trabajo en la sección de frutas y verduras dos días a la semana, el resto estudio y me desligo totalmente. El problema viene cuando la gente cree que por que uno trabaja ahí debería saber el lugar exacto en donde está ese producto, habiendo letreros grandes en los que indica en donde se encuentra, y si no están deberían estar en el segundo piso. Pero no, el cliente le preguntan al pobre asalariado muerto de hambre en donde está el papel higiénico y mi respuesta en el 90% de los casos es la misma: Está en el segundo piso. El cliente dice “ahhhh que flojera” y se va.
Algo está mal, no puede ser la gente tan tonta y floja, no puede ser que en la entrada de personal en mi trabajo halla un letrero gigante diciendo “1) El cliente siempre tiene la razón 2) En caso que no lo tenga remítase al primer punto”. Eso es tan falso como que yo soy perfecto, cometo errores pero por la puta que soy mejor que la mayoría que va a comprar mis frutas y verduras.